11 dic 2014

Fusilero de los Batallones de Tortosa. Primera Guerra Carlista (1833-1840).


Esta figura ha representado un pequeño paréntesis para mi. Se suma a mi colección de piezas de escala de 54mm de Miniaturas Escuadrón ambientadas en las guerras carlistas. Sólo me queda una más para completar las cuatro de que dispongo y ya he sacado la última de su escondite. Me gusta considerarlas figuras de transición entre otras piezas o proyectos de mayor complejidad o envergadura.

La miniatura representa a un soldado de los Batallones de Tortosa, contingente que luchó a favor de Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, que reclamaba su derecho al trono a la muerte de aquél, negando los que tenía María Cristina de Borbón o de Nápoles, princesa de Asturias y viuda del anterior regente.

El carlismo encontró apoyo en regiones que vieron cómo anteriores derechos se veían afectados por las políticas de centralización apoyadas por los borbones, como la supresión de privilegios forales (sobre todo en Aragón y las Vascongadas) o la venta de terrenos comunales, que además de a los campesinos de las zonas citadas anteriormente, también soliviantó a los de Navarra y Cataluña.

La miniatura muestra a un fusilero durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Aún se producirían dos guerras carlistas más antes de acabar el siglo (de 1846 a1849 y de 1872 a 1876) y un intento entre aquellas dos que resultó abortado (la denominada intentona de La Rápita u "Ortegada" de 1860).


Los batallones de Tortosa

Existieron tres batallones de Tortosa, de 1000 efectivos cada uno. Estaban integrados en la Primera División Auxiliar del Ejército del Maestrazgo, región que abarcaba territorios de las actuales provincias valencianas de Castellón y Teruel y del que también formaban parte algunas poblaciones aragonesas del Bajo Aragón y del Matarraña. Tenían por distintivo la calavera y las tíbias, símbolo de la guerra sin cuartel. 

La figura está en disposición de llevar el arma al brazo, postura que no he visto muy tratada a nivel de escultura. La mano con el arma agarrada por la garganta, la funda de la bayoneta, el brazo izquierdo, una taza y la cartuchera eran los elementos que acompañaban la pieza central de la miniatura. Tuve ciertas dificultades para adecentarla, puesto que el tiempo había dejado mella en su aspecto, ya que llegó a mis manos con una imprimación blanca descascarillada, que tuve que eliminar. También se apreciaban desajustes entre el brazo en alto y el espacio destinado en el tronco para ser adherido a este que no me esforcé en disimular demasiado, puesto que creo que en este caso hubiera sido peor el remedio que la enfermedad.


La pieza protagonista de este carlista es el capote, de un azul oscuro intenso. Desde el principio, intenté que los leves vuelos recibieran un poco de luz más clara, para que no resultara una prenda tan "pesada".


En realidad, esta figura había sido empleada para hablar de cómo realizar una sencilla ambientación para una pequeña peana. He querido ubicar al soldado caminando por un terreno seco y pedregoso, un tanto árido, de manera que la tierra y las piedras o rocas fueran las protagonistas, con la aparición de un pequeño matojo seco que no tenía que molestar en exceso la visión del avance del fusilero.

A continuación, muestro el aspecto inicial de la peana luego de una primer trabajo con una capa base formada por colores terrosos y la primera paleta con variadas mezclas para obtener tonos variados en diferentes zonas de la ambientación y en las piedras de distintos tamaños.


Y, finalmente, una paleta más reducida para trabajar algunos relieves, detalles o zonas.


A continuación, fotos de la figura acabada.







Ya digo, un ejercicio con la única pretensión - la más importante- de pasarlo bien y aprender más cosas sobre esta afición.

¡Un saludo!

KPG