3 jul 2016

El final de la restauración de la escena de un templario


He decidido dejar por acabada la escena del templario después de un largo proceso de restauración e intentos de mejora de la misma. Ha sido largo porque la he ido llevando a cabo en los ratos que me apetecía trabajar con ella entre los otros proyectos en marcha.

Y así se queda. El caballero decide introducir de nuevo la espada en la vaina después de comprobar que el trozo de tela no corresponde a ningún enemigo infiel escondido, sino que se trata de un pañuelo o fragmento de estandarte que el viento ha llevado hasta allí y que ha quedado atrapada en los arbustos. Se trataba, pues, de una "falsa alarma".

En el último "episodio" de esta "restauración" había realizado avances en la pintura de la capa. A modo de recordatorio, pondré una foto de cómo había dejado la cosa.



 Como se puede ver, la escena está aún muy desnuda de acuerdo con mi idea inicial. Después de pensar en diversas alternativas, opté por aumentar la vegetación por delante y poner algunos otros elementos florales en algún lateral y cubrir la parte escarpada de la peana, para corregir ese tratamiento poco estético que le había dado anteriormente, y trabajar más los pigmentos del suelo.



Luego de trabajar con pigmentos la base y dar algunas pinceladas a los arbustos para que no desentonaran en exceso con el suelo, me dediqué a pintar el pañuelo o fragmento de ropa que había modelado con una forma adaptada a la vegetación y que diera la sensación de ligereza y de estar aún recibiendo ráfagas de aire que pudieran hacer ondear al viento alguno de sus extremos. El color claro del ropaje ornamentado en movimiento que pudiera atribuirse a alguna tropa enemiga de la cruz habría sido lo que llamara la atención de alguna tropa templaria en misión de reconocimiento.


 Esta seria la propuesta de ubicación del trozo de tela respecto el caballero.


 En el lateral derecho, donde el templario da la espalda, trabajé las ondulaciones del relieve con lavados suaves de colores terrosos de manera que pudiera obtener mayor profundidad y convertí al lagarto marrón, que observa con curiosidad al soldado mientras corre a refugiarse en su agujero, en un lagarto más verdoso.


Llegaba el momento de dar cuidadosas luces y sombras a la vegetación y de ensuciar la parte inferior de la capa del templario para "pegarla" a la base.



Y ya para acabar, unas cuantas fotos finales de la escena. He tardado más de lo que hubiera deseado, pero se acabó. Creo que ha mejorado un poco respecto a la primera versión. Me he dado cuenta de que intentar mejorar una escena o una mini ya montada y pintada de antemano sin recurrir a su separación de la peana no es nada fácil, ya que aparecen por el camino bastantes problemas que pueden llevar a desistir en más de una ocasión.








¡Hasta la próxima!

¡Un saludo!

KPG