Este es mi primer caballo pintado al óleo. Es el resultado de un taller que realicé con compañeros de afición hace unas semanas, bajo las directrices del amigo Juanma Vázquez. Empleamos como guía algún fantástico ejemplo de Daniel Ipperti publicado en la revista Figurines. La verdad es que disfrutamos con la jornada y las pedagógicas e interesantes explicaciones de nuestro profesor. Quizás más adelante -si practico bastante- me anime a hacer un pequeño paso a paso del proceso, porque ahora no tengo suficientes imágenes del mismo para ilustrarlo, aunque sí que puedo exponer algunas de las cuestiones que practicamos.
Para pintar este caballo zaíno elegí un modelo de Historex de 54 mm al que limé las testera, frontalera, carrilleras y muserola de la brida que venían modeladas en la cabeza del caballo. Con Magic Sculpt intenté cubrir las uniones y las lijé lo mejor que pude para que no se apreciaran. La más complicada resultó la que une el cuello al cuerpo del caballo, que generalmente está oculta por la silla, los petrales o las cinchas. También tuve que disimular la unión de las crines con el cuello del caballo y las orejas. Como puede verse en la foto superior, hice lo que buenamente pude...
En la jornada intentamos generar la sensación de textura del pelo del caballo. Para ello empleamos pinceles de lengua de gato. Sobre la base marrón que proporcionamos al caballo con un color marrón claro, realizamos una capa con una mezcla de óleos Tierra de Siena Tostada y Amarillo de Nápoles. Luego trabajamos con Negro y fue entonces cuando al aplicarlo de arriba a abajo y prestando atención al recorrido que suele tener el pelo del caballo en diferentes lugares, empleamos el pincel de lengua de gato. Primero con uno más ancho, para aplicar el óleo Negro, luego usamos otro pincel más pequeño para retirar el excedente de aceite que pudiera quedar y finalmente, con suavidad, este mismo para marcar la textura del pelo. Tengo que advertir que no empleamos el óleo directamente del tubo, sino que dejamos que el excedente de aceite quedara sobre el papel de periódico en el que colocamos la pintura y que de ahí lo llevábamos a una sencilla paleta cuya confección explicaré otro día.
Trabajamos las luces y el marcado de algunas venas. En el caso de las crines y la cola, dimos una suave pasada de Negro mezclado con apenas un toquecito de blanco para "peinarlas" y dejar que esos brillos dieran la sensación de pelo. Viendo las crines ahora, me doy cuenta de que necesitan alguna sesión más.
En el paso a paso de Ipperti, el autor acaba por dar leves toques de blanco sobre la grupa y otros lugares que reciben más brillo en el caballo y luego los funde con el negro del entorno. Para este ejercicio, yo, en cambio, preferí evitar el riesgo de estropear lo trabajado al trasladar demasiado blanco sobre la figura, de forma que dejé que se reprodujera el brillo natural fruto del impacto de la luz del entorno sobre el óleo negro. El efecto es muy bonito y verosímil, de manera que podemos tener un bonito caballo solitario en nuestra colección, convertido, por su belleza, en el único protagonista. Os animo a realizar trabajos que sumen la magia del óleo a la plasticidad y belleza de este y otros animales.
Algunas fotos más.
¡Un saludo!
KPG