En primer lugar, nos hacemos con un plato -de plástico bastaría- o soporte similar.
A continuación, obtenemos papel de cocina, de ese que, por ejemplo, va enrollado y lo doblamos para obtener una base con cierta consistencia y ajustada al tamaño del plato.
Lo mojamos hasta dejarlo empapado, pero sin un exceso de agua. La idea es que conserve la humedad y la transmita a la capa que construiremos con papel para horno. Os aconsejo que cortéis suficiente papel como para doblarlo y cubrir gran parte o por completo el papel de cocina mojado por detrás. De esta manera evitaremos que entre el aire y se seque o se formen ondulaciones a causa, precisamente, de las burbujas de aire que se hayan podido quedar atrapadas en el interior.
Y ya tenemos una paleta húmeda que conservará fresca la pintura que depositemos sobre ella durante bastante tiempo. Si la cubrís con otro plato o algo que proteja la paleta, incluso podréis comprobar que la pintura se conservará húmeda durante otro día o más tiempo.
Procurad que quede lo más plano posible al extenderlo sobre la superficie en la que repose y ¡a pintar!
¡Un saludo!
KPG